El proceso de interacción entre el lector
y el texto, mediante el cual el lector busca encontrar respuestas a sus
necesidades intelectuales en la exploración y procesamiento del texto, es la
respuesta a la pregunta: ¿Qué es leer?
Por lo tanto, siempre leer es leer para un
fin, para alcanzar un objetivo. De esto último se puede deducir que, las
diferentes interpretaciones que varios lectores puedan dar a un texto común e
idéntico dependen del objetivo previo que cada uno se haya fijado y por esa causa
es que obtienen diferente información.
Queremos aclarar que el protagonismo que,
en los artículos anteriores, le hemos dado al papel desempeñado por el lector
como constructor del significado del texto, no pretende menospreciar el trabajo
creativo del autor y el sentido que éste le dio a su obra. Lo que sucede es que
el lector puede ir más allá valiéndose
del significado literal del texto, de sus conocimientos previos y de los
objetivos que motivan su lectura.
Hasta aquí tendríamos claro qué es leer y
para qué leer. No obstante, la respuesta a estos interrogantes sólo se puede
alcanzar en su verdadera y justa dimensión cuando somos conscientes de que hay
que tomar posición respecto a lo que leemos. Es decir, leer es leer desde un punto
de vista, desde una “perspectiva”.
De la misma forma en que nos detenemos en un lugar para
contemplar detalladamente un bello paisaje, la lectura, como ejercicio de
construcción interpretativa, debemos realizarla desde una pregunta, una duda,
una sospecha, una búsqueda, un problema, en fin…, desde nuestras necesidades
intelectuales, emocionales y sentimentales.
A veces conscientemente, otras de forma
inconsciente, pero de ninguna forma por mera casualidad, leemos a la luz de
nuestras diversas inquietudes existenciales, lo cual nos guía, mediante el texto, a encontrar las
respuestas que estamos buscando en el mejor lugar que puede haber: nosotros
mismos.
Así, con la misma actitud expectante que
interrogamos el “I Ching” debemos leer. No hay adivino, profeta, pitonisa,
naipe, carta astral ó zodiaco que como oráculo responda mejor a nuestras
preguntas que los buenos libros.
¡Hasta pronto!
Fuentes:
Estanislao Zuleta, Ensayos Selectos.
Medellín, Ediciones Autores Antioqueños, 1992. Vol. 76.
Isabel Solé. Estrategias de lectura.
Barcelona, Ed. Graó, 2002. 13ª. ed.