viernes, 4 de agosto de 2017

Del analfabetismo absoluto al alfabetismo disfuncional



     Analfabetos absolutos quedan muy pocos en las sociedades letradas de nuestro tiempo, debido al aumento progresivo de la escolaridad en las últimas décadas. Lo que es verdaderamente preocupante es el aumento galopante, del analfabetismo funcional. Mientras aquel disminuye, éste aumenta.
     Analfabeta funcional es aquel individuo que, sabiendo leer y escribir, está en mayor o menor grado incapacitado para utilizar eficientemente su capacidad de lectura, escritura y cálculo en muchas situaciones de su vida cotidiana.
     Analfabetas funcionales hay de todos los niveles, desde aquellos que sólo aprendieron a leer y escribir en los primeros niveles escolares y  tempranamente suspendieron sus estudios, hasta profesionales universitarios que luego de obtener su título se desconectan casi completamente de toda actividad intelectual y de actualización profesional. En muchos casos se trata de falta de oportunidades, carencia de estímulos y motivaciones, pobreza espiritual o hasta de físico desgano mental.
     Casos de analfabetismo funcional son por ejemplo: la incapacidad para llenar satisfactoriamente formularios; seguir instrucciones escritas y verbales, incluidas las relacionadas con la comprensión y procedimiento para responder un examen escolar; no ser capaz de comprender un manual de instrucciones de operación de un artefacto eléctrico o mecánico o las instrucciones de armado de un mueble o un juguete; no saber leer ni orientarse con un mapa; no ser capaz de realizar y aplicar mentalmente operaciones aritméticas simples; no saber consultar un diccionario o un directorio telefónico o leer una factura de servicios públicos o un extracto bancario; no ser capaz de comunicarse fluidamente de forma escrita o verbal; no leer libros, ni revistas ni periódicos; no tener conocimientos básicos y un criterio personal y crítico sobre economía, política, historia, arte, tecnología, etc.; no ver programas informativos y documentales y conformarse sólo con programas de farándula y entretenimiento; evitar tomar decisiones personales, familiares, sociales o políticas, y dejar éstas al criterio de otras personas; no ser capaz de operar un computador y sus programas básicos, incluido el correo electrónico, y más recientemente, la operación y comunicación a través de teléfonos y dispositivos inteligentes.
     Pero el analfabetismo funcional del que nos ocuparemos aquí, y que tiene que ver en gran medida con la raíz del problema, o sea la incapacidad para leer un texto y entenderlo o seguir adecuadamente sus instrucciones, es el relacionado con la comprensión de lectura.
     El nivel de comprensión de los textos que lee la mayoría de la población, que algo lee, es escandalosamente bajo. Se habla de un porcentaje de comprensión  apenas superior al 30%. Esta dificultad en la comprensión de lectura, que muchas veces nos lleva a reconocer que no hemos alcanzado el verdadero significado de algo que hemos leído, se está convirtiendo en una verdadera disfuncionalidad.
     Así que para poner las ideas en el contexto que nos interesa aquí, hablemos ahora no de analfabetismo funcional sino de alfabetismo disfuncional. Porque nos vamos a centrar en la persona alfabeta que tiene problemas para comprender e interpretar adecuadamente muchas textos y obras que lee. No obstante, como cualquier trastorno o alteración en el funcionamiento de una cosa u organismo, esto tiene solución. Si nos dedicamos a comprender cómo debe funcionar algo, nos será más fácil reparar su disfunción.
     Hasta pronto!      

Fuentes:
plataformac.org/analfabetismo-funcional/
davidhuerta.typepad.com/blog/2014/02/analfabetismo-funcional.html


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